En Elappara, IDUKKI, Kerala (India), a unos 24 Km, aproximadamente 47 minutos en coche desde el hospital de Mundakayam, hay una realidad social muy cruda: las extensas plantaciones de te, regentadas por pocos y despóticos propietarios, necesitan una mano de obra poco cualificada y en régimen de semi esclavitud. Dado que la situación de trabajo es difícil en otras regiones más pobres de India, se genera una gran migración, especialmente desde Tamilnadu (otro estado distinto a IDUKKI).
A sus malas condiciones de trabajo y a los problemas propios de su situación de inmigración, se les añade el problema de la inexistente sanidad. El gobierno los ignora en sus necesidades. Sin embargo el Obispado de Kajirapally con Soji Thomas al frente y con la ayuda de la Iglesia de la zona, se pone de su lado, cediendo el presbiterio de su iglesia para reconvertirlo en ambulatorio. Se ha conseguido el “nuevo milagro”: “tener un lugar de atención médica para estos trabajadores”.
El hospital Mundakayam siempre al lado de los que lo necesitan
REFLEXIÓN PERSONAL DE RAÚL HERRANZ (presidente de la Asociación Idukki)
Soji, me siento cerca de ti… hablamos, profundizamos y hemos iniciado una colaboración con mucha gente buena y participativa a través de IDUKKI Misión…
Pero me siento mal…
Has vuelto a abrir un dispensario deficitario para esos pobres que todos les abandonan… Sus dirigentes políticos los primeros, el resto de sus conciudadanos, todos… Bueno, todos no. Han clamado a Dios, ese Dios que tu bien conoces y practicas. Ese Dios que no tiene poder, porque Él nos dio la libertad de elegir, pero si tiene su Amor puesto en los pobres, marginados, sufrientes, inmigrantes y que son su prioridad y los que los oís sois los que os convertís en sus manos, sus pies, su ternura, con todos ellos y de Dios.
Y yo me siento mal, porque realmente estoy lejos de ti…
No por ser tu amigo. No por tener el privilegio de tu verdadera amistad. No. Me siento mal porque mientras tu los escuchas, los conoces, los llamas por sus nombres, has puesto cara al dolor y los has hecho carne propia.
Yo me quejo… del tráfico, del calor, del frío… de todo… Y vivo en mi urbanización, no conozco a mis vecinos. No sé quien sufre… Vivo en un “gueto para ricos”, alejado de la realidad humana. Me molestan los inmigrantes, la gente “rara” o que piensa diferente.
Critico a los curas de derechas, de izquierdas; si algo dice el Papa que me cuestiona, no me gusta el Papa, juzgo a toda la Iglesia por algún desalmado sacerdote pederasta, sin teneros en cuenta a los sacerdotes y monjas que “oís” el dolor y morís con ellos.
Y la Iglesia India, y de todo el mundo, perseguida, sus muertos y torturados.
Y me siento mal porque compro, voy al mercadillo martes y sábado, para comprar aquello que guardaré sin usar, ni compartir. *“Lo que no se comparte se pudre”*.
No sé estar sin el móvil y en las comidas lo sigo viendo, como si el otro no existiera.
Yo te pido que reces a Dios, verdad y amor, por las otras pobrezas que tengo en este nuestro “primer mundo”: Ahondar en una cultura sin ideologías, el respeto a las diversidades, acoger y apoyar a los inmigrantes, la de saber escuchar, para que mi casa sea un cobijo y no una propiedad, que mis manos acaricien sin poseer, que mi Amor no sea un amor propio y que el sufrimiento de un niño aún me desvele.
Por favor, reza por mis pobrezas.